Soy ciudadano del amor, llevo dogal de belleza
entre la hombrera y la cabeza, entre rodilla y cinturón.
Haciendo crítica social me perfumé de valiente, creyeron que era disidente y no era más que natural.
Martí me habló de la amistad y creo en él cada día, aunque la cruda economía ha dado luz a otra verdad.
El mundo tiene la razón puesta en el pan, en el diario, ese señor rudimentario que nos dará la absolución.
Ciega, la vida nueva es
como un verso al revés,
como amor por descifrar,
como un Dios en edad de jugar.
Trino, vete al destino, al punto que será final, juega a lo que no jugué
y canta que aunque sin rey mago sigo en pie.
Seguro estoy requete mal, debo sufrir algo extraño,
pues ni la hiel ni el desengaño me dan canción de funeral.
El fin de siglo trae la sien cebada de pudredumbre,
como invitándome a una lumbre que prenderá quien ame bien.
Bendito el tiempo que me dio una canción sin permiso.
Bendito sea el paraíso algo infernal que me parió.
El día del Armagedón no quiero estar tras la puerta,
sino soñando bien alerta, donde esté a salvo de perdón.