Puede ser que tu labio inferior me destruya la mente,
o que ame de ti aquella silla de estilo de oriente.
Puede ser que, por contradecirme, la vida te haga
más amante y perfecta que una princesa rosada.
Puede ser que tú seas el próximo dios de consumo
que amenace con traer un pan y que traiga el ayuno.
Puede que tu portal decididamente no me guste
y que el perro de una tía sorda me ladre y me asuste.
Puede no ser o ser todo, mujer.
Puede no ser o ser. ¿Quién va a saber?
Puede que seas tú. Puede llover aún.
Puede que seas y que no te vea mi mala salud.
Puede ser que tu mano abra puertas por siempre cerradas,
o que a un beso veloz me lo vuelvas, de pronto, una espada.
Puede ser que tú seas la llave de un cofre divino
y también puede ser que me estrenes como un asesino.
Puede ser que seas tú la mujer que me falta por darle
el vigor que me da un aguacero a las tres de la tarde.
Puede ser que seas tú quien comparta mi culto a la lluvia
bajo un techo de zinc, sobre un lecho, a las tres de la furia.