Huele a restos de tormenta
y un calor insoportable
entra por la ventanilla
de este coche que me alejará
de todas las tonterías
que cometí en estos meses
y de todos los peligros
que puede encerrar esta ciudad.
Estaré en la casa que está junto al mar,
donde no haré daño a nadie
y nadie me lo hará.
Pongo tanto como puedo
en dos bolsas de viaje
mientras un grupo de amigos
suenan en la radio nacional.
Me vienen a la cabeza
cada uno de los gritos
que te pegué la otra tarde
y que nadie debería aceptar .
Tengo alejarme mucho antes de que
sea ya muy tarde y te pueda perder.
Llevo todas las pastillas
para cambiar los dolores
y los discos necesarios
para combatir la soledad.
Estaré en la casa que está junto al mar.
Llámame aunque no te pueda contestar.