La más bonita del barrio
salió para el almacén
sintiendo que a su costado
alguno le hacía el tren.
Palpitó el apuntamento
y los pasos apuró
quiso correr pero el mozo
entró a jugar y copó
Tenorio del suburbio que está engrupido
que por él, las pebetas viven chaladas.
y alardea de triunfos que ha conseguido
con mujeres, en timbas y a puñaladas.
El barrio lo respeta y entre la barra,
lo que él diga, se puede dar por sentado;
bailarín y buen mozo, sale de farra
y corre con los gastos originados.
Pero a la moza su fama no la puede entusiasmar
hay otro a quien ella ama y no le puede fayar.
Y aunque en varias ocasiones airada lo rechazó,
él sigue en sus pretensiones porque jamás se achicó.
Y él le pide de nuevo que sea buena,
que ponga sol de amores en sus mañanas,
que vea cómo sufre su enorme pena,
sin tener el consuelo de una esperanza...
Y viendo que ella no le contesta,
hace cruz con los dedos que después besa.
"Pensalo bien -le dice- sino por ésta,
te marcaré la cara de oreja a oreja".
Y una noche hecha de luna se entrevistó el arrabal...
sintética noche triste de crónica policial.
Porque la horrible amenaza se cumplió cobarde y cruel:
la moza lleva una marca por seguidora y por fiel.